Por: Prof. Marianela Espejo Riguera

En el gobierno de Rene Barrientos Ortuño, quien en 1964 a través de un golpe de estado habría tomado el gobierno de Bolivia con una junta militar, quienes tenían el objetivo de desestabilizar la vida orgánica de los mineros, a través de decretos dictatoriales y represivos, se prohibieron los sindicatos, los partidos políticos y se declaran a los campamentos mineros como zonas militares.

En las minas volvía a vivirse un clima de agitación, los sindicatos demandaban la reposición de sus salarios, libertad para sus dirigentes apresados y confinados, además de fijar una posición en torno a la guerrilla encabezada por Ernesto Che Guevara, durante la noche del 23 y la madrugada del 24 de junio de 1967 mientras los mineros y sus familias celebraban San Juan, con ponches y fogatas, tropas del Ejército Ranger mandados por Barrientos atacaron el campamento minero.

Los militares lograron reducir al movimiento obrero, y acribillar a los dirigentes que se encontraban en la radio la voz del minero. La matanza duró varias horas bajo el sol del 24 de junio. Los muertos se desangraban junto a las cenizas de las fogatas y los heridos acudían al hospital, mientras las madres, aterradas por los disparos y los gritos, intentaban calmar el miedo y el llanto de sus hijos. En medio del caos y el espanto, no faltaron los hombres que, en un intento desesperado por defenderse, se armaron de dinamitas y capturaron a algunos soldados, a quienes les despojaron de sus uniformes y les quitaron sus armas. Pero todo hacía suponer que era ya demasiado tarde para preparar una resistencia organizada.

Se perpetró una masacre que dejó una veintena de muertos y más de medio centenar de heridos.  Además, se procedió a la detención de los delegados al ampliado y varios dirigentes. Barrientos justificó la masacre señalando que los mineros no se habían reunido a discutir problemas sociales, sino para dar su apoyo a la guerrilla del “Che”.

San Juan no fue un choque entre dos fuerzas dispuestas a combatir.  Esta masacre en los campos y en la memoria de los mineros nunca será olvidada, nos dejaron un norte con una huella indestructible para conseguir mejores condiciones de vida para la clase trabajadora. (Recopilación de historia de Bolivia y Carlos D.Mesa Gisbert. 1967 a Sangre y Fuego de C. Soria. J. Pimentel. E. García )

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