Autor: Oscar Andres Tintaya Valdez
El desenlace de las elecciones Generales 2025 deja un sabor extraño, casi amargo, una constelación de sorpresas que desafían cualquier tipo de lectura previa: ni las encuestas, ni los analistas políticos, ni los operadores pudieron anticipar el viraje ciudadano, a diferencia de las anteriores elecciones, donde el mapa del poder parecía inmutable, este ciclo electoral demostró que los dos favoritos no siempre concluyen el duelo, los dos candidatos que disputaban el podio quedaron relegados, y un tercero que se encontraba en línea de salida considerado un ancla para el cambio de gobierno termino liderando la votación, paradójicamente quien aparecía como ganador en las lecturas políticas apenas logró un tercer lugar.
Son los resultados que demuestran que el ciudadano votante tomo una decisión más allá de las tendencias, cada región con su independencia de criterio votó por las figuras que consideraron más representativas, ya sea en los candidatos presidenciables o candidatos a diputados uninominales, el voto fue un mensaje de autonomía política.
El golpe de realidad para los analistas, encuestadoras y estrategas políticos fue evidente, el candidato que semanas antes parecía favorito, con números sólidos en sondeos y mítines, se desplomo a un tercer lugar, su caída que confirma una tendencia que parecía curvarse los últimos días de campaña, se confirmó en las urnas, la sorpresa mayor estuvo en la figura de Paz quien en casi dos décadas de política no logra posicionarse, donde figuras políticas y liderazgos locales se impusieron con claridad.
Un ejemplo paradigmático sucedió en la Circunscripción 8 de la ciudad de La Paz, Juan del Granado, donde una figura icónica en la política paceña y referente de la izquierda democrática; logro imponerse en la diputación uninominal, incluso por encima al candidato a la presidencia que lo acompañaba sigla.
La pregunta incomoda de fondo es ¿Cómo un candidato que es rechazado en la región donde construyo su carrera política, con una historia cuestionada por su propia gestión, puede convertirse en la primera fuerza nacional? El resultado abre un debate sobre el sistema de encuestas en Bolivia, el rol de las redes sociales y el verdadero comportamiento del electorado, las votaciones en Bolivia demuestran que ya no responden a lealtades territoriales ni a programas políticos sólidos, sino al voto fragmentado, voto castigo, que termina beneficiando a figuras menos esperadas.
Lo paradójico es que Bolivia eligió como primera fuerza a quien no representa el pulso de su propia tierra, demostrando que las urnas pueden ser espacios de esperanza, pero también de contradicción, la democracia boliviana celebra la diversidad de opciones, pero también demuestra que el poder no se define por grandes respaldos, sino por la suma de fragmentos, el llamado “voto cruzado” no es casualidad, es incesante búsqueda de alternativas, síntomas de desconfianza y quizás, un mayor signo de cambio.