El monstruo de la Mamora: Entraba a una casa de madrugada para violar a una adulta mayor de 72 años

Una mujer de la tercera edad denunció haber sido víctima de abuso sexual reiterado en la comunidad de La Mamora. El hecho fue formalizado el 8 de abril ante la Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia de Padcaya (Felcv), y ya está en manos del Ministerio Público. El presunto agresor sería un hombre de 47 años. Las investigaciones siguen en curso.

Se conoció por fuentes policiales de manera preliminar, que la víctima, de 72 años, vivía sola en la comunidad La Mamora, donde según el testimonio presentado, venía siendo agredida de forma reiterada por el denunciado, quien habría ingresado sin consentimiento a su vivienda, principalmente durante las noches. La mujer habría permanecido en silencio por temor, hasta que una de sus hijas, preocupada por su bienestar, decidió trasladarse hasta la zona para verificar personalmente su estado.

Los hechos se remontan al lunes 31 de marzo, fecha en que la hija de la víctima llegó hasta la comunidad tras recibir una llamada de una familiar, quien le manifestó que su madre se encontraba en estado depresivo, asegurando incluso que había mencionado la posibilidad de atentar contra su propia vida tomando veneno. Esta situación generó una profunda preocupación en la denunciante, quien se movilizó inmediatamente para verificar el estado físico y emocional de su madre.

Al llegar a la vivienda rural, la encontró cocinando, pero en condiciones visiblemente deterioradas: pálida, decaída, con dificultad para caminar y emocionalmente afectada. Tras compartir un almuerzo, la hija le preguntó qué le ocurría, ante lo cual la mujer rompió en llanto. En medio de sollozos, relató que un hombre venía entrando a su casa durante las noches y había abusado de ella en varias ocasiones. La última vez, según recordó, habría ocurrido aproximadamente dos semanas antes.

La confesión generó consternación inmediata. La hija decidió quedarse a pernoctar con su madre por precaución. Fue entonces que, en la madrugada del mismo lunes, cerca de las 2:00 a.m., los perros comenzaron a ladrar de forma insistente. La hija encendió una vela para observar qué ocurría y, repentinamente, la puerta fue empujada con violencia, ingresando una persona al interior del cuarto.

Según su testimonio, se trataba del mismo sujeto señalado como el agresor sexual. El individuo se aproximó tanto a la cama de la madre como al lugar donde se encontraba la hija. Ante el temor, ella tomó un palo de madera y lo enfrentó, gritando para que se retirara. Al verse descubierto, el sujeto huyó del lugar, dejando a ambas mujeres en un estado de absoluto terror. Ninguna de las dos pudo volver a dormir ante el miedo de que el agresor regresara.

Al amanecer, la denunciante tomó la decisión de recoger las pertenencias de su madre y dejar limpia la vivienda antes de salir de la comunidad. Ambas se dirigieron a la ciudad de Tarija, donde se refugiaron en casa de familiares. Días después, el domingo 6 de abril, durante el aseo de la víctima, la hija notó la presencia de moretones en la zona genital de su madre, lo que refuerza la hipótesis de las agresiones sexuales reiteradas.

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