Por: Ing. Franz Balanza Orozco
«Es preferible ser criticado por hacer algo que por no hacer nada» dice un adagio conocido, pero esto no significa que se deba hacer cualquier cosa sin sentido. Lo que quiero señalar es que, a veces, todos nos enfrentamos a decisiones que, en un principio, parecen no ser las más acertadas y que pueden provocar oposición y rechazo. Sin embargo, el tiempo se encarga de mostrar las virtudes o defectos de esas decisiones. Al final, la crítica es parte de un proceso de reflexión colectiva del que cada uno puede sacar sus propias conclusiones.
En noviembre de 2022, publiqué un artículo titulado «Modernidad sobre Degradación, ¿Una Contradicción?», en el que planteaba la relación entre el Puente 4 de Julio y el Río Guadalquivir. En ese momento, el puente estaba en construcción, y el río presentaba un grave deterioro ambiental que, lamentablemente, continúa empeorando.
La construcción del puente generaba gran expectativa, ya que representaba la idea de modernización de la ciudad de Tarija que sus gestores impulsaban y que formaba parte de una ambiciosa iniciativa turística a diseñarse e implementarse a lo largo de la margen izquierda del rio Guadalquivir. El punto de inicio era el Mástil y continuaba por la avenida Integración, el Mega Center, el Patio de comidas, el Puente 4 de Julio, el parque Los Changuitos, el campo deportivo García Agreda, el parque Temático y llegaba hasta la avenida Costanera del Sur, ya en la zona de San Gerónimo.
Sobre este recorrido existen extensas áreas municipales para revitalizarlas y en las cuales se proponía establecer diversos espacios de recreación, gastronomía, artesanía, comercio, arte y cultura, servicios, entre otros. Todo esto bajo la misma visión modernizadora de la ciudad, que requería generar condiciones favorables para atraer inversiones que promuevan diversas actividades económicas convirtiendo toda esta zona en un referente turístico a todo nivel.
Pero volvamos al Puente 4 de Julio que en sus inicios fue duramente criticado, principalmente en dos aspectos: el costo de la obra, lo que llevó a algunos a llamarlo «El Puente Millonario», y su ubicación porque se la consideraba inapropiada e innecesaria para mejorar la circulación vehicular de un lado a otro de la ciudad. Si bien en el lado derecho era muy favorable, en el lado izquierdo, que une con la avenida Víctor Paz (Las Américas) generaría mayor conflicto, porque no tenía un acceso y salida adecuados que brinde una fluidez vehicular óptima. De hecho, se creía que la situación empeoraría debido a su cercanía con los puentes San Martin y Bicentenario.
De manera lógica las críticas provenían principalmente del entorno político opositor, que argumentaban que los recursos del puente podrían haberse destinado a otras necesidades. Sin embargo, la ciudadanía tarijeña, en general, aguardaba con cierta indiferencia, tal vez entendiendo que las autoridades están para tomar decisiones, aunque no siempre sean de la aceptación de todos, las consideran necesarias para el progreso de la ciudad. Así que, el puente siguió avanzando.
Después de un periodo de paralización, El Puente 4 de Julio fue concluido e inaugurado provisionalmente para un periodo de prueba por la actual gestión municipal, que sustituyó a la anterior administración, que fue la que ideo el proyecto y superó la oposición de unos cuantos. Hoy, el puente esta en uso y ahora podemos apreciar el diseño técnico y sus atributos, que lo definen como una obra monumental, con su imponente arco, sus cuatro vías, etc. Pero no obstante, su diseño distingue una característica que quiero resaltar: la ausencia de pilas de soporte. Aunque inicialmente, estas pilas estaban presentes, después fueron retiradas, esta es una particularidad que le otorga doble significancia positiva: una técnica y otra ambiental.
Desde un punto de vista técnico, el hecho de que el puente no tenga pilas de soporte (ya que la plataforma se sujeta del arco) significa que no obstruye el cauce del río, lo que evita la socavación de la estructura y erosión del cauce, sobre todo durante las crecidas. Este es un impacto ambiental que genera riesgos para la estabilidad de los puentes. Aunque este criterio puede parecer exagerado no quiere decir que suceda de inmediato, pero es probable en el largo plazo. Un ejemplo cercano es el puente San Martín uno de los más antiguos de nuestra ciudad que en estos últimos años la circulación vehicular ha sido suspendida varias veces debido a la inestabilidad de sus estructuras de soporte que ponen en riesgo su permanencia. Sobre este punto en particular les comento que este riesgo fue identificado y alertado en el estudio ambiental y análisis de riesgo realizado para toda la red hidrológica de las cuencas de la Provincia Cercado, en el marco de la elaboración del Plan de Manejo de Áridos y Agregados promovido por el Gobierno Municipal en la gestión 2016. Bajo este criterio el diseño del Puente 4 de Julio ha eliminado este riesgo.

Desde el punto de vista ambiental, el rio mantiene condiciones normales de continuidad de su dinámica fluvial sin alterar el paisaje natural del cauce. Esto significa, que no se generan los efectos erosivos al socavar las pilas de los puentes que terminan alterando el cauce e incrementando el riesgo de inestabilidad de la obra. Ahora esta descripción puede confundirlos un poco si hoy miramos el río Guadalquivir en la zona del Puente 4 de Julio, donde verán un cauce severamente afectado por un proceso erosivo continuo, que muestra a lo largo un prominentemente afloramiento de las capas de arcilla asemejándose a una zanja por donde fluye el agua. Debo aclararles que la causa principal de este impacto ambiental no son los puentes, sino las numerosas obras construidas en la parte alta y media de la cuenca, como presas, atajados, azudes, entre otras, que son estructuras que retienen el arrastre de sedimentos y han alterado significativamente la dinámica fluvial del río Guadalquivir, lo que provoca que, en sus crecidas, el poder erosivo del agua se incrementa exponencialmente, sobre el cauce y sobre cualquier estructura u obra que encuentre a su paso.
Desde mi criterio, el Puente 4 de Julio es la obra más impactante para la ciudad de Tarija, después de la Avenida las Américas (en los 50) y de la represa de San Jacinto (en los 80). La singularidad de su diseño lo hace único en Bolivia. No tengo la intención de desmerecer otras obras importantes, como el Mercado Central o la Copa, entre otras, pero dudo que haya tarijeño que no le guste el Puente 4 de Julio y de cierta forma se enorgullezca del mismo. Basta con ver a propios y extraños visitándolo y admirándolo; si lo mira de cerca o de lejos, de noche o de día, podrá disfrutar de una obra imponente modernizando el paisaje de la ciudad de Tarija.

Aunque algunos todavía se empeñan en buscarle cuestionamientos al puente, sobre la circulación vehicular o de otro tipo, ¿no cree usted que es mejor el momento para ver las virtudes y oportunidades que ofrece? Por ejemplo ¿no sería una excelente oportunidad para proponer soluciones modernas que complementen, y no contrasten, con el diseño del puente, para darle la conectividad y fluidez vehicular requerida? O también, el patio de comidas cercano al puente, ¿no ha quedado demasiado chico y tal vez hasta desentona con el puente? Entonces, ¿qué otras alternativas se pueden plantear para generar una mayor dinámica económica y social, aprovechando el entorno del Puente 4 de Julio? Si estas preguntas quedan sin respuesta, seguiré sosteniendo la frase “Lo que algunos aún no ven del Puente 4 de Julio”.
En conclusión, la modernización es un proceso positivo para el desarrollo de las sociedades y el progreso de las ciudades. Así como una autoridad asumió la decisión de construir el puente a pesar de las críticas, espero que otra autoridad se atreva a tomar el desafío de recuperar el río Guadalquivir. Aunque son cuestiones diferentes, la recuperación del río representa una excelente oportunidad para una nueva autoridad con convicción y decisión política de hacerlo.