Por Mirko Balanza Dávalos
El pasado 15 de diciembre de 2024, Bolivia llevó a cabo elecciones judiciales, un proceso que, lejos de consolidar la participación ciudadana, puso en evidencia uno de los grandes desafíos de las democracias contemporáneas: la falta de un electorado competente. Este concepto, ampliamente discutido en la ciencia política, se refiere a la capacidad de los ciudadanos para tomar decisiones informadas y responsables en los comicios. Jason Brennan, en su influyente obra Against Democracy (Contra la Democracia), sostiene que la democracia tiene el deber de contar con ciudadanos informados, capaces de ejercer su derecho al voto con conocimiento de causa. Sin embargo, como lo demuestran las elecciones judiciales bolivianas, este ideal dista de ser una realidad.
El problema de la desinformación en elecciones judiciales
Las elecciones judiciales son procesos complejos por naturaleza. A diferencia de los comicios presidenciales o legislativos, donde las figuras de los candidatos y sus programas políticos suelen estar más visibles, las elecciones para elegir a magistrados del órgano judicial se enfrentan a un contexto de menor atención mediática y comprensión pública. En Bolivia, el nivel de conocimiento sobre los postulantes y sus propuestas fue alarmantemente bajo. Haciendo un sondeo previo a las elecciones, se evidenció que un porcentaje significativo de los ciudadanos desconocía las funciones específicas de los cargos en disputa, y mucho menos tenía información sobre los antecedentes de los candidatos y su propuesta.
Esta falta de información se traduce en una deslegitimación social del proceso electoral. Cuando los ciudadanos votan sin un conocimiento mínimo, las decisiones tienden a basarse en criterios superficiales, como el azar y la recomendación de terceros. En las elecciones judiciales de 2024, estas tendencias se reflejaron en un alto porcentaje de votos nulos y blancos, lo que evidencia un desencanto y una falta de confianza en el sistema electoral.
Factores que perpetúan un electorado incompetente
La falta de un electorado informado no es un problema aislado de los ciudadanos, sino el resultado de factores estructurales que perpetúan una cultura política de baja calidad. Entre los principales responsables se encuentran:
Sistemas educativos deficientes: La educación cívica y política ocupa un lugar marginal en los planes de estudio. En Bolivia, la formación de ciudadanos críticos y participativos ha sido relegada en favor de un enfoque más politizado y pragmático.
Medios de comunicación poco comprometidos: Los medios, en lugar de servir como un puente entre la información técnica y la comprensión ciudadana, frecuentemente priorizan contenidos sensacionalistas o polarizadores. Durante las elecciones judiciales, la cobertura mediática fue superficial y limitada por la autoridad electoral.
Elites políticas y falta de transparencia: Las élites políticas suelen tener poco interés en empoderar a un electorado informado, ya que esto podría representar una amenaza para su capacidad de influencia. En este contexto, las elecciones judiciales se convirtieron en un agujero de desinformación, que desvincularon el debate público y técnico de los candidatos hacia la población. Por otra parte, este escenario, hace posible que los partidos políticos y candidatos establezcan nexos clientelares entre sí. Estos vínculos, basados en favores y apoyos mutuos, refuerzan la falta de transparencia y perpetúan un sistema donde el electorado, más que ejercer un voto informado, se convierte en un actor que responde a intereses particulares dejando de lado el bienestar colectivo.
¿Posibles propuestas para un electorado más informado?
Desde la ciencia política, se han planteado diversas soluciones para abordar la falta de competencia electoral. A modo de considerar las ideas de Jason Brennan y otros teóricos, se pueden desarrollar las siguientes propuestas:
Pruebas de conocimiento cívico: Algunos autores han sugerido que, para ejercer el voto, los ciudadanos deberían demostrar un conocimiento básico sobre el proceso electoral y los candidatos. Aunque controvertida, esta medida podría incentivar una mayor preocupación por la información.
Campañas de alfabetización política: Por fuera de la Autoridad Electoral, las organizaciones de la sociedad civil podrían impulsar iniciativas educativas para informar a los ciudadanos sobre las funciones de los cargos en disputa, las propuestas y los perfiles de los candidatos.
Voto ponderado: Esta propuesta, también debatida por Brennan, sugiere que el peso del voto podría variar según el nivel de información del votante. Aunque resulta una utopía, esta idea invita a reflexionar sobre el valor de un voto informado.
Plataformas digitales de información: En la era digital, las nuevas tecnologías pueden desempeñar un papel clave en la difusión de información clara y accesible sobre procesos electorales. Portales oficiales o independientes podrían centralizar información sobre los candidatos, sus trayectorias y propuestas. No obstante, sin un adecuado pensamiento crítico de los ciudadanos, podría convertirse en un arma de doble filo, ya que, por ejemplo; el principal espacio de desinformación política y guerra sucia son las redes sociales.
El dilema democrático
La discusión sobre un electorado competente plantea un dilema fundamental para las democracias: ¿Es la incompetencia electoral un fallo del sistema, de los ciudadanos, o de ambos? Por un lado, las instituciones democráticas tienen la responsabilidad de crear las condiciones para que los ciudadanos accedan a información relevante y confiable. Por otro lado, la ciudadanía también debe asumir su responsabilidad cívica, superando la apatía y buscando activamente informarse.
En el caso boliviano, las elecciones judiciales de 2024 ofrecen una oportunidad para reflexionar sobre cómo mejorar la calidad del voto y fortalecer la democracia. No se trata solo de culpar a los votantes o al sistema, sino de reconocer que ambos son partes de un mismo engranaje. Si una democracia verdaderamente depende de un electorado competente, entonces es necesario repensar las estructuras y los incentivos que guían el comportamiento ciudadano.
En conclusión, un electorado competente más que un ideal teórico; es una necesidad práctica para garantizar la legitimidad y la eficacia de los sistemas democráticos. Las elecciones judiciales en Bolivia han expuesto las consecuencias de una ciudadanía desinformada y un sistema que no facilita el acceso a información clave. A medida que se buscan soluciones, es fundamental equilibrar la inclusión democrática con la promoción de un voto informado pensando en la elección presidencial de este 2025. Solo así podrá construirse una democracia más robusta, capaz de responder a las demandas de sus ciudadanos y de enfrentar los desafíos del futuro.