Todo hombre herido se ve forzado a la metamorfosis

                                                                           Kafka

(Por Aquiles Castro)

Recorre la capital de la sonrisa arrastrando un carromato cargado de trastos y desechos, llevando un mundo a cuestas.

No sé qué angustias taladran su mente, no sé qué tormentos desgarran su corazón, pero lo cierto es que nos topamos con él a cualquier hora del día o de la noche en cualquier esquina o calle y su demencial figura como si fuera una bofetada, nos devuelve cual espejo la realidad de la miseria humana, de ese mundo al revés, como diría Galeano, donde la boda es más importante que el amor, donde los cuerdos valoran más la etiqueta que el contenido, donde la etiqueta se vuelve rápidamente basura.

De un solo golpe, nos muestra a la “sucursal del cielo” con avenidas regadas de basura, calles llenas de huecos, con una atmosfera cubierta de smog, con olores pestilentes que salen de las lagunas de oxidación, del Guadalquivir irremediablemente contaminado, de mástiles y puentes millonarios y donde dejar hacer y dejar pasar es la constante, donde los cuerdos no dicen absolutamente nada, ni pio. Por eso, los cuerdos echamos la basura en cualquier calle o esquina y pasamos indiferentes y no hacemos nada para cambiar y nos hacemos a los locos.

Por eso, las personas sensibles deciden quitarse la venda de los ojos y ver la realidad tal como es, las demás personas, mezquinos y miserables prefieren vivir con la venda puesta por el simple hecho de no ver este mundo imperfecto. Pero el loco nos enseña, nos da el ejemplo, nos restriega la cara con el ejemplo, limpiando la ciudad de la inmundicia humana y por eso………………., tal vez el loco sea el único cuerdo de la ciudad.

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