(Roberto A. Barriga/El Andaluz)
Gonzalo Chulo Torrez, reconocido activista ambiental de Tarija, sufrió un accidente el pasado jueves de comadres, cuando intentaba llegar a un nido de cóndor, que estaría a varios metros de altura, afortunadamente Torrez sufrió lastimaduras, pero nada de gravedad.
En Contacto con El Andaluz el ambientalista explicó que tras el envenenamiento de 35 cóndores, 17 hembras perecieron, esto generó la sospecha de que varios nidos quedaron en abandono y los pichones podrían morir de hambre debido a que necesitan de sus madres adultas para alimentarse.
Chulo Torrez indicó para las noticias de Tarija que encontraron tres nidos abandonados, sin pichones, y continúan haciendo rastrillaje para determinar si los nidos están vacíos o tienen pichones huérfanos.
El ambientalista indicó que los cóndores tienen crías cada dos años, tiempo que demoran en llegar a la adultez, los huevos de cóndor eclosionan en primavera, por septiembre, entonces habría pichones de alrededor de 15 meses o cuatro meses, que sería lo que preocupa al profesional en ecología.
La tarea de rescate continuara a pesar de haber sufrido lastimaduras finalizó Torrez.
Qué pasó con los cóndores
Autoridades medioambientales de Bolivia anunciaron a principios de mes una investigación sobre el sacrificio de 35 cóndores en una comunidad rural del departamento de Tarija (sur), presuntamente envenenados, en uno de los casos más graves de matanza de aves en peligro de extinción.
«Es un agravio irremediable a nuestra naturaleza y a nuestras especies. El ministro de Medioambiente, Juan Santos Cruz, instruyó el desplazamiento de una comisión mixta de peritos para realizar las investigaciones correspondientes», señaló un boletín entregado por el Ministerio de Medioambiente y Agua.
El viceministro de Medioambiente, Magín Herrera, confirmó el hallazgo de 35 cóndores muertos en la comunidad rural de Laderas Norte, perteneciente al departamento de Tarija, al sur de Bolivia.
El caso se denunció inicialmente a través de las redes sociales. «Esta pérdida es gravísima, porque estamos hablando de cóndores que podrían representar el 0,5 por ciento de la población mundial de cóndores» declaró Diego Méndez, biólogo vinculado a un Programa de Investigación de Aves Rapaces, al portal del diario Página Siete.
El Andaluz se contactó con uno de los biólogos expertos que acudió a realizar las investigaciones sobre lo sucedido, y nos comentó que no sólo cóndores murieron, también otras aves fueron victimas de este terrible crimen.
Diego Méndez, biólogo e investigador asociado al Museo Nacional de Historia Natural de Bolivia, estuvo ´presente el día de ayer en las investigaciones de las muertes, explicó que todo indica a muerte por envenenamiento, pero se deben esperar las muestras de los laboratorios para poder saber con certeza, sin embargo, en su experiencia el envenenamiento es una opción certera.
Méndez aclaró que no se trataría de un envenenamiento directo, sino que envenenaron el alimento de las aves rapaces, la carroña que se formó tras morir envenenadas. EL biólogo experto señaló que a nivel mundial las aves rapaces están en peligro
Con mucho dolor informó para las noticias de Tarija que no sólo perecieron cóndores, sino el Sucha o buitre negro, el Pala pala, conocido en Argentina como cabeza roja, y un Carcancho o Caracara. Méndez indicó que el carcancho era joven, y concuerda con la teoría biológica, es decir los jóvenes caracaras o carcanchos no son muy hábiles para cazar, así que en edad temprana comen carroña, cuando ya crecen y mejoran su pericia cazadora, agarran presas distintas.
Qué mato a los cóndores
El día de hoy se presentarán los resultados de los análisis de la investigación, sin embargo, por las características del crimen el biólogo experto se inclina a pensar que se utilizaron pesticidas, debido a que existe bastante evidencia y trabajos realizados para apuntar que son los culpables de estas prácticas.
Diego Méndez, biólogo, investigador, dijo que se trataría de un carbofurano, conocido en el mercado como Furadam, se trataría de un tóxico utilizado en las plantaciones de alimentos que se prohibió en EEUU en el año 2009 tras la muerte de varias águilas. Es más, seria un reconocido asesino de aves a nivel mundial.
También lo prohibieron en la Unión Europea el año 2008, porque no sólo mata a aves, y otros animales, de granja y domésticos, también se registro muerte en humanos.
El carbofurano fue retirado del mercado estadounidense en 2009, pero no desapareció. Las personas aquí y en otros lugares, incluso en muchos países donde todavía se vende de manera legal, lo usan para matar animales, en lugar de los insectos que se supone está destinado a atacar. En Europa, los guardas de caza que defendían a los faisanes en fincas de caza envenenaron a cientos de aves de rapiña, incluidos Milanos Reales, Águilas Reales y Pigargos Europeos, y Azores. Cerca de 190 buitres murieron en Kenia después de comer sobre los restos de un animal que había sido rociado con carbofurano. Un científico que estudiaba las aves observaba con horror cómo caían del cielo a los pocos minutos de haber terminado su comida. Más de 230 cadáveres de Cisnes Silbadores constituyeron una escena del crimen por carbofurano en un lago del interior de Mongolia (las autoridades sospechan que los cazadores furtivos intentaron vender las aves a restaurantes, algunos de los cuales ofrecen «banquetes de cisne»).
Las águilas han sido un objetivo especialmente común en los Estados Unidos. El pasado mes de mayo del 2020, los investigadores de vida silvestre ofrecieron una recompensa de $10,000 por información relacionada con una serie de envenenamientos por carbofurano en la costa este de Maryland que habían aniquilado a seis Águilas Calvas y un Búho Real estadounidense. Un caso similar sin resolver hace tres años dejó 13 águilas muertas.
«Todo el mundo sabe que esto funciona muy, muy bien para matar animales», comenta Mourad Gabriel, investigador asociado del One Health Institute de la Universidad de California en Davis y codirector del Centro de Investigación de Ecología Integral. En algunas partes de California, en las que trabaja Gabriel, los productores de granjas ilegales de marihuana en tierras públicas han estado utilizando carbofurano para proteger sus campamentos de los osos y otros animales salvajes. Como resultado, los científicos están encontrando cadenas alimenticias enteras desde polinizadores y roedores hasta aves de rapiña y coyotes diezmados por el pesticida.
Y así, a pesar de que se ha vuelto más difícil de adquirir, la popularidad del carbofurano ha crecido. El pesticida, alguna vez comercializado en forma masiva, se ha convertido en el veneno por excelencia en la clandestinidad activa y dejó a las autoridades de vida silvestre lidiando con las consecuencias.
En Bolivia lejos de la clandestinidad se vende de forma legal, estamos ante un genocida animal, que mata a cadenas enteras de animales silvestres, nuestras autoridades lo autorizaron, y ahora los inocentes pagan el precio.