Oscar A. Tintaya Valdez
La frase «me voy para tener más oportunidades» se ha vuelto común entre los jóvenes de nuestro departamento. No se trata solo de migrar al extranjero, sino de buscar horizontes en otras regiones del país con la esperanza de mejorar su situación. Pero, ¿por qué esta decisión se ha vuelto tan habitual? La respuesta está en las múltiples realidades que enfrentan los jóvenes hoy en día.
Un estudio reciente de la Fundación Friedrich Ebert Stiftung, titulado “Juventudes: Asignatura Pendiente”, arroja luz sobre las preocupaciones que llevan a tantos a considerar la migración. Este informe, realizado en 14 países de América Latina, incluida Bolivia, revela que, aunque el 50% de los jóvenes bolivianos se sienten satisfechos con su vida en general, un alarmante 61% tiene el deseo de migrar. ¿Es esto una señal positiva o un síntoma de problemas más profundos?
Los jóvenes mencionan tres pilares que influyen en sus decisiones: Salud, Educación y Trabajo. Específicamente en cuanto al empleo, el estudio revela una realidad inquietante: «Hay trabajo… pero, ¿a qué costo?». En Bolivia, un 48% de los jóvenes está buscando empleo activamente, y de aquellos que lo han encontrado, el 22% trabaja sin los beneficios que por ley deberían tener. Esta situación plantea una disyuntiva difícil: quienes logran encontrar empleo deben conformarse con condiciones precarias, a pesar del esfuerzo y los años de estudio que muchos han invertido para convertirse en profesionales.
A nivel educativo, aunque Bolivia ofrece educación gratuita en los niveles primario, secundario y universitario, solo el 60% de los jóvenes alcanza el nivel secundario, y menos del 17% logra completar un grado universitario o de posgrado. Esta brecha educativa contribuye a la desigualdad en las oportunidades laborales, limitando las opciones de los jóvenes y reduciendo sus posibilidades de proyectar un plan de vida estable.
El acceso a la salud tampoco escapa a esta realidad. En Tarija, nuestro hospital de tercer nivel, el San Juan de Dios, enfrenta serias necesidades de remodelación y ampliación para ofrecer una atención adecuada. De los dos hospitales de segundo nivel que existen en el municipio, solo el San Antonio cuenta con el equipo y personal suficiente para funcionar correctamente, lo que deja a la población en una situación de vulnerabilidad.
Sin embargo, no todo es desolador. A pesar de estas dificultades, la juventud boliviana sigue siendo una fuerza activa en la sociedad. Un 47% de los jóvenes se moviliza para protestar contra las injusticias, mientras que un 33% lo hace por el deseo de contribuir a la solución de los problemas que enfrentamos. Estos números nos recuerdan que, aunque las condiciones actuales empujen a muchos a buscar oportunidades fuera, todavía existe un anhelo profundo de cambio y un compromiso con mejorar nuestro entorno.
En este dilema entre migrar o quedarse, los jóvenes bolivianos no solo buscan mejores condiciones de vida, sino también la posibilidad de construir un futuro donde no sea necesario huir para prosperar. La pregunta ya no es solo qué los motiva a irse, sino qué podemos hacer para que decidan quedarse.
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La profundización de la información estuvo muy pobre.